La catacumba se originó durante el siglo III con una serie de galerías que se desarrollaron desde una entrada plana en la ladera de la colina de los Parioli.

El entierro del mártir epónimo estimuló, durante el siglo IV, una serie de cambios estructurales, algunos en la superficie donde se construyó una basílica de tres naves con cripta, otras en el subsuelo con la creación de dos niveles más de galerías. Actualmente, el estado de conservación del monumento permite el uso de solo el piso intermedio.

En el siglo VIII, justo después de la entrada, se creó una pequeña sala dedicada al culto con una decoración pictórica que representa la Crucifixión, la Virgen con el Niño y algunas efigies de los Santos.