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El área de las Catacumbas de Domitilla se ha desarrollado desde finales del siglo II por un legado testamentario directo, llevado a cabo por el emperador Vespasiano a su sobrina Flavia Domitilla. Esta imponente red de cubículos, túneles y corredores se extiende por 17 km y contiene los restos de 150,000 muertos colocados en los 4 pisos. Hasta la fecha, la catacumba conserva magníficos ejemplos de pinturas murales y grabados de los primeros cristianos, que junto con el lapidarium alojado en la basílica semipogénica de los santos Nereo y Aquileo ofrecen al visitante una elegante sección de la vida en los días de la Roma imperial.