En la pequeña isla de S. Antíoco, situada en el suroeste de Cerdeña frente a las costas de la zona de Sulcis y unida a la isla mayor, quizás ya desde antes de la romanización, por un estrecho istmo, se conserva uno de los más importantes martyria de Cerdeña.

Los sepultureros cristianos reutilizaron, a partir del siglo IV, un grupo de cámaras funerarias púnicas, adecuadas a las exigencias de la comunidad de Sulcis. La colocación privilegiada del mártir Antíoco determinó la formación de un articulado conjunto funerario.

Se accede a la catacumba desde la iglesia, desde el brazo derecho del crucero, se compone de un primer ambiente con abside y bóveda sujeta por seis columnas; en el medio hay un sarcófago donde se habrían custodiado los restos del mártir. Detrás de este primer ambiente se ha abierto un segundo ambiente, considerado una especie de “retrosanctos”, o bien el lugar donde se enterraba a los personajes más eminentes de la comunidad cristiana que deseaban reposar lo más cerca posible del mártir.

La catacumba conserva al menos otros dos espacios, hoy en día comunicados por una apertura pero que, originalmente, debían ser dos tumbas púnicas diferentes. Se trata de un ambiente alargado con restos de decoración del s iglo V d.C. y algunas inscripciones de carácter cristiano. A través de algunos pasajes se llega a un espacio, considerado por la tradición como el lugar donde Antioco se retiró a orar y murió antes de ser alcanzado por los soldados romanos, donde se encuentra una tumba del tipo llamado: “a baldaquín”, datable entre los siglos V y VI d.C., con pilastras que se alzan hasta alcanzar la bóveda.